miércoles, 4 de enero de 2012

La vida en modo chongo II

Escenas del capítulo anterior acá


Al final, nadie sabe cómo definir el chonguismo, ni siquiera wikipedia. 
Hablamos del chongo y damos por sentado que todas entienden el vínculo igual que una. Bueno, no es así, hay tantas definiciones de chonguismo como mujeres con chongo en el mundo, y para comprobarlo basta con hablar entre chicas. 
Hice la prueba, les pregunté a varias amigas "qué es para vos un chongo". En lo único que concordamos todas, es en lo que no es: no es un novio. Primera cosa.

Pero qué es un novio? Wikipedia ésta vez sí tiene respuestas:
«...una relación social explícitamente acordada entre dos personas para acompañarse en las actividades recreativas y sociales, y en la cual se expresan sentimientos emocionales o amorosos a través de la palabra y los contactos corporales»

Ok, sí, eso es un novio.
Pero para mi eso también es un chongo, qué se yo. Bah, no sé si todos los chongos, pero G sí.

Estaba medio preocupada por el asunto (?) y volví a apelar a mis amigas. Mandé un mail que decía "Según wikipedia G no es mi chongo, es mi novio. Oh god, juntémonos a comer pizza.". Recibí la respuesta que decía "Acá vamos de nuevo con la fobia. G no es tu novio, es un chonguismo agónico. Todavía falta ver cuándo se muere y por qué". Me quedé pensando. 

Nueva reunión de mujeres, otra vez el mismo tema. Finalmente nos pudimos poner de acuerdo en un segundo y un tercer punto. Por definición, y a diferencia de un lindo pito, la vida del chonguismo es corta y finita.
Corta, porque el cálculo dio que un chongo dura entre dos y    siete meses. Finita, porque llegamos a la siguiente conclusión: 

1. Si ninguno de los dos se engancha con el otro: el chonguismo se mata porque genera sensación de vacío, o se muere por aburrimiento.
2. Si uno se engancha y el otro no: el chonguismo se mata porque es perjudicial para la salud, o se muere presa del vicio.
3. Si ambos se enganchan: el chonguismo se mata por fobia o se muere porque deviene en noviazgo, amor del posta y esas cosas.

No hay escapatoria, es cuestión de tiempo, matar o dejar morir.
"Entonces según el promedio, con G me quedan un par de meses de changüí" les dije a mis amigas para finalizar el tema antes de que llegara la pizza. Me miraron raro. "Ojo, son ocho sesiones de terapia" agregué. Y después nos reimos un rato.

Caribe al servicio de la comunidad: los huevos

Los que vivimos solos, tenemos problemas para comprar cantidades estandar de comida y comer todo antes de que se pudra. Ponele, los huevos vienen de a seis, mínimo, y yo como de a uno, y no los como todos los días. El resto se tambalea en la puerta de mi heladera esperando a que me parezca que son LA opción de la cena. Pero sumado a que no me gusta mucho andar repitiendo menúes muy seguido, después de un tiempo siempre termino agarrando alguno y preguntándome si todavía sirve o tengo que tirarlo. Aquí lo que aprendí al respecto.

Un huevo crudo dura aproximadamente 15 días en buen estado. Tener en cuenta que cuando uno lo compra, ya pasaron algunos días desde que la gallina lo parió. Si uno mete el huevo crudo en el agua y flota, está podrido, si se hunde está bien.

Muchas veces cuando hiervo huevos, preparo algunos de más para ya tenerlos hechos y poder comerlos como tentempié (notaron la etimología de la palabra tentempié? tente en pie, es decir, no te caigas del hambre que te agarró, picá algo). Después de hervirlos, les dejo la cáscara y los guardo del otro lado del estantecito de la puerta de la heladera. De un lado los crudos, del otro los hervidos. El tema es acordarme de qué lado cada cual. Oh! Otro truco: apoyar el huevo en la mesada y hacerlo girar sobre su eje, si gira con velocidad es que está cocido, si gira con dificultad es que está crudo.

Bueno, chau.

martes, 3 de enero de 2012

La cocina metafísica

Este post no ofrece soluciones, sólo siembra más dudas. Si usted es suceptible a ellas, absténgase.


Cosas que uno hace en la cocina y no sabe por qué


- no se revuelve el arroz mientras se hierve.
- no se guardan latas en la heladera.
- no se usa agua de la canilla caliente para hervir.
- se pone detergente del lado verde de la esponja.


Cosas que uno no sabe de la cocina y las resuelve como se le ocurre


- dónde tirar el aceite que sobra de la fritura.
- si guardar el antibiótico en la heladera o no.
- qué fuentes se rallan con la virulana.
- para qué lado se cierra la llave de gas


Bueno, eso, sólo quería compartir mi angustia con ustedes.

Mi taxista milagroso

El taxista me contó que una vez tenía tan poca plata y tanta necesidad de trabajar, que tuvo que pasar el año nuevo arriba del taxi, con una pasajera yendo a Montegrande. Me contó que se hicieron las doce y ella se puso a llorar. Qué triste, pensó el taxista. Así que puso música fuerte, frenó en la autopista para llamar a su familia y de paso abrazó a la pasajera que casi que se ahogaba del moco. A mi me salvaste, le dije yo al taxista, sos el taxista milagroso. Él sonrió retrovisor.

Me puse un vestido nuevo, zapatillas haciendo juego, me colgué collares y prendedores que hacen ruido cuando camino, desacomodé mis rulos, me pinté la uñas de rosa bebé, me llené del perfume para ocasiones especiales, agarré la bolsa, dejé las luces prendidas, las ventanas cerradas, y salí.

Vi pasar el colectivo frente a mis narices, y esperé media hora a ver si venía otro, pero no, ni siquiera prendiendo un pucho. Es año nuevo, son casi las diez, los colectivos no son un buen plan y los taxis no pasan por esta calle. Quizás la avenida sea más generosa. Caminé. Por las ventanas se veían familias iniciando sus encuentros. Me gustaría que mi familia estuviera toda junta en vez de desparramada, pensé. Miré mi balcón iluminado con lucecitas navideñas desde la calle y me emocioné. Eso es mio, dije en voz alta para mi misma, eso es lo mejor del año que se va, eso y todo lo que pasa adentro. Contuve las lágrimas por el rimel, a cambio me reí.

La bolsa me pesaba, adentro había una cacerola grandota llena de ensalada. Fue la primera vez que me tocó llevar comida a una reunión, y preparé las ensaladas con mucho amor adulto. Es decir, rallé un kilo de zanahoria sin quejarme, piqué cebolla de verdeo sin llorar, desmenucé pomelos rosados sin comerme ningún pedacito en el interín, mezclé todo y condimenté sonriente porque quedó buenísima. La otra era de hojas verdes, así que era más fácil. Y todo eso me costó sólo tres llamados a madre.

Por la avenida no pasaba ningún taxi. Maldición. Llego tardísimo, se me corrió todo el esmalte, el jugo de la ensalada está chorreando la bolsa, me pica la etiqueta del vestido y ya están todos esperándome para comer. La pucha. Pero justo cuando pensaba que no iba a llegar a mi cena nunca más, por el callejón se asomó la luz roja y brillante de mi taxista milagroso, que me juró que este año no iba a pasar las doce arriba del auto. Hay momentos en los que hacer unos mangos más no importa, dijo. Ese ya no es el objetivo, ahora mis objetivos son mucho más grandes, tal vez demasiado, este año voy a jugármela y por eso necesito estar con mi familia.

Resultó que llegué justo para cuando el asado estaba a punto y la gente sonriente. Comimos, charlamos, brindamos, vimos fuegos artificiales, me preocupé por si se me incendiaba la casa con cañitas voladoras, me emocioné, pedimos deseos, hicimos llamados a los que estaban lejos, volvimos a comer y a brindar y a charlar.

Y así me fue creciendo el nudo en la garganta.

Después la fiesta y los amigos. La alegría de bailar en la calle, hasta un amanecer que deja atrás el balance gratamente positivo del año que se va. La congoja de volver a casa sola, silbando bajito por las veredas desiertas y con mi vestido nuevo al viento. La soledad existencial a cuestas en la cama, la intriga de lo que vendrá en la almohada.
Cuando llegué releí la lista de objetivos que había escrito para el 2011. Todos cumplidos. Todos. Y hasta superé mis propias expectativas. Quise escribir una nueva lista y no pude. Algo muy fuerte me ancló en el cursor titilante de un documento en blanco. Capaz ésta vez, tengo más miedo de no poder realizarlos. Quizás son demasiado grandes, como los de mi taxista milagroso. Creo que yo también voy a jugármela.

Feliz año nuevo pa todo el mundo.