miércoles, 13 de junio de 2012

El Dilema (cuarta parte)


Capítulos anteriores apretando acá 1, 2, 3.



Los últimos días que Pimienta pasó en mi casa, se encargó de hacerme saber que estaba muy enojada conmigo. Dejó de dormir en la cama, actuaba con indiferencia, no venía a recibirme a la puerta cuando llegaba después del trabajo, y me mordía cada vez que encontraba la oportunidad. Yo estaba muy triste, pero me hice cargo.

G ya había vuelto de su viaje, y la situación seguía siendo la misma. Alergia, asma, alergia, asma, alergia, asma. Sólo que la decisión ya estaba tomada. Puse fecha: domingo a la noche.

Ese día me desperté con la gata acurrucada entre mis brazos, pidiendo mimos, y se los dí. Me alegró que no fuéramos a separarnos con rencor. Pasamos la tarde entera juntas, haciendo fiaca y jugando, posamos para una foto que quedó preciosa. Pipi estuvo más cariñosa que nunca, fiel compañera, mi sargenta Pepper, monstrua de mi corazón. La mejor del mundo, por goleada. Nos sentamos una delante de la otra y nos miramos durante un largo rato. Yo lloré y ella maullaba tan afónica como siempre, la bese y le dije cosas lindas, me lamió la cara con todo su amor.

S tocó timbre a la hora estipulada, le armé una bolsita con el frasco de comida de la gata, las piedritas, el baño y la palita. Charlamos un rato y después vino la despedida. Yo me moría por dentro. Le pedí que me contara el minuto a minuto de la nueva vida de mi gata que estaba dejando de ser mía. Siempre vas a ser la madre biológica, dijo ella por buena amiga, podés venir a visitarla cuando quieras. Las acompañé hasta el auto y después de muchos besos metimos a Pimienta en su cartera. Aceleré el trámite porque quería llorar desconsoladamente pero no quería que S me viera, así que cuando arrancó, ni siquiera pude esperar hasta llegar a mi casa.

Me sentí muy sola, y decidí que iba a llamar a G cada vez que la extrañara a Pipi. Hola G, la extraño, decime que me querés. Te quiero, decía G con un poco de culpa, te re quiero.

Pasaron los días, Pimienta estaba contenta en la casa de S, se había adaptado bien y no me extrañaba. No me extraña, obvio, cómo me va a extrañar si la abandoné. Yo no quería ir a verla, tenía miedo. Mirá si no me reconoce, me muero, o mirá si está re enojada, me muero. No fui hasta bastante tiempo después. Lo cierto es que cuando la vi, me reconoció la voz y no me dio pelota, pero después la encontré escondida entre mis cosas y me convencí de que todavía me quería un poco. Estaba enorme, brillosa y con un pañuelito rojo al cuello. Definitivamente S es una buena mamá.

Mi casa sin la gata estaba vacía, faltaba algo, sobre todo cuando llovía. Verla a Pipi mirar la lluvia por el ventanal hasta atreverse a salir al balcón a empaparse, fue siempre uno de mis momentos favoritos, o su compañía a la hora del mate y un libro, su insistencia para dormir sobre el teclado cuando yo quería escribir, su presencia entera.
La extrañé, a veces todavía la extraño, pero también sentí una especie de alivio de que no estuviera. Me sentí más libre, más sola, pero más libre. Nadie depende de mi. No estoy obligada a volver a casa, ni ocuparme de la comida, la caca y la seguridad de otro, nadie hace quilombo. Con lo mío basta. Imaginate tener un hijo.
Aunque me cueste admitirlo, si G no estuviera más conmigo, creo que no iría corriendo a conseguirme otro gato, porque también podría tener un perro… pero no voy a hacerlo hasta que conviva con alguien y pueda compartir la responsabilidad. 
Espero que G pueda aceptar un perro algún día.

Una tarde de un fin de semana hermoso, me desperté de la siesta, lo miré y le dije: 
-Yo quiero ser tu novia, G.
-Yo ya sé… - respondió él y le cambiaba la cara
Hice silencio.
-Pero… yo… n...o... -agregó.
Hicimos silencio.
-Entonces, no quiero verte más -respondí y le volvía a cambiar la cara.


Quedarse 
sin el pan,
y sin 
la torta.


-O explicame, porque no entiendo.


Continuará...

Se acerca el último capítulo: Caribe compra veneno, Pimienta aúlla desde un balcón distante, la casa está en penumbras, G yace en la cama, suena un teléfono que nadie atiende. Habrá muerte, habrá llanto, habrá giros. Lo que nadie sabe, es si habrá un final feliz.
No te pierdas el season finale, en la próxima entrega de El Dilema.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Volve!!

Suspiro Gonzalez dijo...

es enserio, te extrañamos!