miércoles, 28 de diciembre de 2011

La Navidad

Entramos los dos
En la hamaca
De la terraza
Abrazados
Ida
Y vuelta

Yo pregunte
“te gusto?”
Él se levantó
No dijo nada
Y volvió con regalos

Yo pregunté
“cuál abro primero?”
Es indistinto
Hacen juego
Abrí primero el libro
Porque ya sabía
Que era un libro
Por la forma
El envoltorio

Después abrí el otro
Que resultó ser
Una manera de escapar
Con forma de lámpara
O de tecla
Esc

Sonreí en voz alta
Sonrió en voz baja
Creo que le gusto
Digo
No sé

viernes, 23 de diciembre de 2011

Estoy durmiendo entre dos y tres horas por día.
Mis ojeras cada vez son más oscuras.
De vuelta me agarró insomnio.
Tengo sueños recurrentes.
A veces pesadillas.
Y bruxismo.

Ya van dos semanas.

Y sigo sin poder escribir.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Caribe al servicio de la comunidad: el uso del horno

Es difícil aprender a usar el horno y sacarle su máximo provecho. Uno nunca sabe si ponerlo en mínimo, máximo o qué. Tampoco entiende por qué se queman las cosas de un lado pero no del otro o por qué se pegan a la fuente. Hay ciertos truquitos muy fáciles que no requieren grandes esfuerzos y realmente hacen la diferencia.

Para cocinar, calentar o recalentar masas en el horno (pizza, pan, calzones, tartas o lo que quieran) y que no queden gomosas ni se quemen por debajo, pero aún así tengan un crocante digno:

-Precalentar el horno al máximo y dejarlo así unos 10 minutos por lo menos. Siempre hay algo que hacer en la cocina mientras tanto.
-Bajar el horno a medio y meter la comida.
-Dejar la comida adentro del horno durante un tiempo prudencial para que se cocine y no abrirlo. Créanme, es importante bancarse la ansiedad y no abrirlo.
-Cuando ya más o menos la cosa tome forma de comida cocida, abrir el horno y rápidamente rocear agua adentro con un pulverizador (si no se tiene pulverizador también se puede volcar un chorrito de agua sobre la parte interior de la puerta del horno) y cerrar rápido. Se puede repetir la operación varias veces si se quiere lograr más crocantor, pero dejar pasar unos minutos entre una y otra vez para que el horno vuelva a tomar la temperatura ideal. El agua se evapora enseguida por el calor, las superficies de la masa se doran y endurecen pero el interior sigue tierno.
-Ojo: si la masa fue directo del freezer al horno, esperar a que se descongele antes de pulverizar.

Eso fue "Caribe al servicio de la comunidad".
Besis.

Heme aquí perteneciendo

Yo pertenezco a la raza de hijos en democracia.
Pertenezco a la raza de hijos de padres separados.
Pertenezco a la raza de hijos mayores por un lado.
Pertenezco a la raza de hijos únicos por el otro lado.
Pertenezco a la raza de hijos de madres psicólogas.
Pertenezco a la raza de hijos de la clase media sin herencia.

Y sufro los síntomas de todas mis pertenencias.

Mausoleo

Yo hubiera preferido que, al igual que en las películas, mi habitación en la casa de mi mamá hubiera quedado idéntica a como era antes de que me fuera a recorrer mi propio y adulto camino edilicio. No sucedió de esa manera. El primer motivo fue que me llevé todo (menos la cama y un perchero de pie que a veces extraño), el segundo fue que mi mamá, después de tanto imaginar y fantasear con lo que haría en ese espacio, encontró en su nido mitad vacío, la forma de ganar plata. Inquilinos extranjeros, pasajeros, hijos temporales, preferentemente mujeres, excusas para que las peleas familiares se mantengan en tono bajito y se hable lento en las cenas haciendo un uso correcto del castellano. No sea que los huéspedes se vuelvan a sus países de origen con una idea errada de cómo es la vida de una quinceañera y de otra que ya pasó el ecuador de su existencia, acá, en la Argentina vestigiada de crisis.

Es divina –me dice la vieja al teléfono- venite a cenar así la conocés.
No me interesa conocerla, ni a ésta ni a ninguna. Y no es de celosa. Yo cuando voy a cenar quiero charlar con mi hermana sin tener que frenar para explicarle a nadie lo que significa “chapar” ni “embole”, quiero deleitarme en la conversación cargadísima de dobles sentidos con mi madre y no preocuparme porque alguien se está quedando afuera, quiero contar mis intimidades sin terceros. Es que las extraño, a ellas, no a ellas más uno.
Al final era cierto: la chica era divina, así que me dio pena que estuviera durmiendo en mi colchón hundido tan de toda la vida. No me siento desplazada, ni siquiera usurpada. Sólo me da escalofríos asomarme a la habitación y no hallarme, escuchar el eco que retumba al hablar ahí adentro porque mis libros ya no acustizan las paredes. Es el mausoleo de mi adolescencia, pero yo ya no estoy ahí, cual alma desprendida de un cuerpo.
Creo que el problema no es el hecho de que haya alguien viviendo en el que aún sigo sintiendo mi lugar, el problema es que voy dejando de sentirlo mi lugar, y no entiendo muy bien si mi nueva casa empieza a suplir esa función, o si hay algo que está funcionando mal.

martes, 6 de diciembre de 2011

Mascota

Tener terraza es diferente.
Me gustaría tener una mascota.
En realidad quiero tener un perro.
Uno chiquito y amigable.
Me gustaría un perro salchicha.
O alguno igual de gracioso.
Para amarlo y respetarlo hasta que su muerte nos separe.
Pero me daría pena que estuviera solo todo el día.
Así que pienso en tener un gato.
Todo de un color y que sea hembra.
Creo que Menta sería un lindo nombre.
Si fuera macho le pondría Romero, o Tomillo, o Boldo.
Me gustan más los nombres para el macho.
Pero el pis de las hembras tiene menos olor.
Y me gustaría que se embarazara.
Bah, no se si me gustaría.
El embarazo implica que va a estar en celo.
La histeria femenina potenciada en un animal.
Ya me imagino mi casa llena de pelos.
Mi ropa llena de pelos.
Eso no me agrada.
No quiero que me arañe los muebles.
Ni la manta tejida que traje de Guatemala.
Es la manta o la gata.
En realidad yo quiero un perro.
Los perros son más compinches.
Vienen cuando los llamás.
Te reciben cuando entrás.
Mueven la cola si les hacés mimos.
Se lo tendría que dejar a alguien si me voy de viaje.
Y sacarlo a pasear todos los días.
Y comprarle alimento balanceado.
Y darle vacunas.
Y un montón de cosas más.
Bueno, a la gata también.
Los gatos son más independientes.
Buena compañía si es que te hacen compañía.
Pero soñé que tenía un gato que se tiraba por el balcón y se moría.
No quiero ponerle protección al balcón.
Ni que se me destrocen los adornos.
Ya puse lo de la manta de Guatemala?
Los perros no hacen eso.
Comen zapatos quizás.
Bueno, no sé.
No estoy segura.