viernes, 30 de septiembre de 2011

Encontré esto escrito en un borrador de mi mail con fecha de hace 4 meses. Parece que nunca lo mandé. No habré sabido a qué dirección mandarlo.

Si nos cruzáramos un día, podríamos enamorarnos durante quince estaciones de ida sin correr la mirada.
Enamorarnos durante dieciocho baldozas como interfaz, y después darnos vuelta para seguir mirando.
Si nos cruzáramos un día, podríamos enamorarnos con la liviandad de jugar valiendo todo.
Y aún así no apostaríamos nada.
Así que mejor, no nos crucemos ningún día.
Prefiero que vengas a mi casa y no hacerle una oda a la ucronía.

lunes, 26 de septiembre de 2011

La vida en modo chongo

Me marea, vivir en modo chongo nos marea.
Sobre todo cuando hay uno solo.
Aquí un sin repetir y sin soplar de lo que piensan las chicas sobre el límite tan finito que separa a un chongo de un algo-más-que-un-chongo. 

-Se puede ir abrazados por la calle, pero de la mano no, nunca.
-Podés llamarlo para preguntarle cosas pero no para pedirle nada.
-Se duerme juntos pero el plan termina al medio día.
-Dormir juntos dos días seguidos es pecado.
-No da empezar con las pastillas anticonceptivas por querer coger sin forro.
-Si hay película con llanto, se esconde el llanto, jamás un abrazo.
-Cuando te llaman por teléfono y estás con él, se dice "estoy con un amigo", aunque el interlocutor sepa perfectamente el nombre del susodicho.
-Una foto juntos, impensado.
-No te sacás el maquillaje para dormir.
-No se comentan sus publicaciones de facebook, menos que menos postear algo en su muro, a lo sumo un "me gusta" en alguna foto.
-Se trata de evitar el llamado telefónico para armar un plan, mejor mensaje de texto o chat.
-Si te enfermás no lo ves.
-Si estás indispuesta, no lo ves.
-Si no te depilaste, no lo ves.
-Hacer pis con la puerta abierta, un exceso.
-Los padres no deben saber más que de su existencia.
-No acordarse de sus horarios.
-No juntarse a hacer cada uno lo suyo pero bajo el mismo techo.
-No preguntar lo que no se quiere saber aunque se lo quiera saber.
-No irse de viaje, o sea, no te vas de viaje ni a Luján.
-No invitarlo a tu cumpleaños.

Uy, pará, Caribe vos cumplís años mañana. Lo vas a ver?
Ehm, sí.
Y va a la fiesta?
Ehm, lo invité, sí.
Ah.
Pero con todo lo anterior venía bastante bien eh! 
...
Les juro, venía bien.
...
Bueno, tanto no, pero más o menos bien sí.
...
Bueno, ponele un 60 40.
...
65, 35?
Hecho.


Gladys

Al principio me negaba. Creo que cada uno es dueño de su mugre, y como tal, también es responsable de limpiarla. Qué es eso de que venga alguien y te deje la casa impecable por 15 pesos la hora. Si soy tan grandecita para vivir sola, me hago cargo a tiempo completo.
Hasta que un día, como tantas veces, caí presa del sistema. Recapacité. O no. En realidad cada vez que viene Gladys me da culpa. Eso me pasa por ser judía y vivir en palermo. Obvio.

Hago un paréntesis (¿cuando se hace un paréntesis hay que ponerlo entre paréntesis?) en fin, sigo con el paréntesis: una de las mejores razones de ser judío es que estás habilitado para autodiscriminarte con boludeces como ser culpógeno, amarrete, etc, sin que quede tan feo. Cierro el paréntesis.

La cosa es que Gladys viene cada 15 días, lunes por medio. Lunes es un gran día para llegar y encontrar el quilombo del fin de semana todo ordenadito, así que eso, lunes por medio.
Parece que mi casa es limpiable en tres horas, por pequeña y despojada de mamás obsesivas de la limpieza, así que eso, tres horas.

Cada vez que llego de trabajar y Gladys se acaba de ir, empieza la joda. A lo largo de los días voy descubriendo cosas: Gladys me deja chocolates y notitas en rinconcitos, cambia de lugar los adornos porque no se acuerda cómo van, pero siempre quedan mejor, guarda los corchos por si los necesito para otro vino, me rebaja el detergente para que dure más, me deja el mate preparado para cuando llego. A cambio, hace la cama como el orto, nunca saca las telarañas, me esconde utensillos de cocina, dobla al revés los pantalones y me desconfigura el reloj despertador. Entre otras cosas.
De ese modo, en un mismo día puedo amarla y putearla repetidas veces según lo que advierta en cada momento. Es justo. Seguro ella en sus tres horas me ama y me odia según va encontrando mis desastres incorregibles y mis ex- desastres que ya corregí, sólo que ella cobra, así que le da igual.

Hubo un lunes fantástico, el primero que vino Gladys a casa. Fue la primera vez que llegué de trabajar y no tuve que hacer nada, nada de nada. Todo impecable. Toda la divina culpa. Y me tiré en el puf a mirar el techo.

Hasta que de pronto me di cuenta.
Mi cosecha de marihuana, íntegra, brillaba por su ausencia. Mis florcitas preciosas, en grandes cantidades, cortaditas con tanto amor.
Quiero creer que se la afanó porque sabe que total no le voy a decir nada, y que no terminó en la basura colectiva.

Gladys y la re concha de tu madre.
Cada vez que me acuerdo te clavaría alfileres abajo de las uñas.
Igual te quiero. Hoy la casa está re linda y sos una capa.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Soy sola

Te regalan dos entradas para algo buenísimo,
y vos, ya no sabés con quién ir.

Te regalan dos entradas para algo buenísimo,
y vos, sabés que no vas a ir.

Te regalan dos entradas para algo buenísimo,
y vos, revalorizás la amistad.

Te regalan dos entradas para algo buenísimo,
y vos, sonreís al usar sólo una.

Te regalan dos entradas para algo buenísimo,
y vos, sabés que vas a ir con alguien sólo porque tenías dos.

Te regalan dos entradas para algo buenísimo,
y vos, sabés que vas a ir, si querés podés venir.

Te regalan dos entradas para algo buenísimo,
y vos, (sin querer) conjugás el verbo ir en plural.


Y un día,
mucho antes de que todo se empiece a volver obvio,
te regalan UNA sola entrada para algo buenísimo,


y te dejan pensando.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

lunes, 19 de septiembre de 2011

Peso muerto.

Esta mañana me desperté más tarde de lo debido.
Tuve que apurarme.
Odio apurarme.
Siempre estoy teniendo que apurarme.
Hice todo tan rápido que creí que había recuperado tiempo.
Pero no.
Pura ilusión.
El subte sólo tiene problemas de demora cuando yo estoy retrasada.
Y se llena de gente.
Más de lo habitual.
Qué bien.
Qué ideal.
Viajé todo el tramo pegada, no, mejor aplastada contra la puerta.
Y contra otras personas.
Y sus bolsas, y sus camperas, y sus pelos sueltos.
Pese a las adversidades decidí leer mi libro de turno.
Porque ayer a la noche cuando me fui a dormir me quedé con ganas.
Y leí.
Perdí noción del trayecto subterráneo y de todo lo otro.
Me olvidé de que estaba apretada/aplastada.
Lo naturalicé.
Más entrado el recorrido, el subte se vació un poco.
Ya podíamos respirar cada uno en su espacio.
Sin embargo había un hombre.
Petiso y viejo.
Parecía amigable.
Y continuaba pegado a mi aún teniendo lugar para no estarlo.
Advertí que no estaba pegado.
Estaba apoyado.
No.
Desplomado arriba mío.
Con los ojos cerrados.
Me percaté de pronto de su peso sobre mi cuerpo.
Peso muerto.

Muerto.
Muerto.
No!

Por favor que no esté muerto.
Que esté dormido.
Yo lo entendería.
Pasó una mala noche.
A mi también me sucede a veces.
Seguro mi hombro es cómodo para apoyarse si uno es petiso.
Y necesita dormir un rato más.
O sentir el perfume de una mujer.
La respiración de otro pecho.
Yo lo entendería.
Hasta podría abrazarlo.
Soportar su peso.
Hay pesos que sé soportar.
Si estuviera dormido.
Muerto no.
Peso muerto no.
Internamente sabía.
Estaba segura.
No dormía.
No dormía.
Nadie se duerme así.
Quise despertarlo.
Cariñosamente.
Por las dudas de que sí durmiera.
Para que no sintiera vergüenza cuando reaccionara.
Señor, susurré.
Señor, lo moví.
Señor, temí.
Miré a otros pasajeros.
Algunos observaban.
Ninguno decía nada.
Esperábamos juntos a que el hombre abriera sus ojos.
Se sonrojara.
Me pidiera disculpas.
Se riera.
Se bajara.
Se fuera.
Señor, grité.
Señor.
Señor.
Señor, desesperé.
Por favor.
...
...
No podía salir de abajo del cuerpo.
Me oprimía.
Empecé a angustiarme.
Me pesaba.
Era demasiado.
Su peso.
El peso muerto.
Para mí ya no era un señor.
Era un cuerpo.
Un peso.
Muerto.
Que no sabía sostener.
Y no quería.
Y no tenía por qué.

Enmudecí.

Un médico por favor.
Dijo alguien por mí.
Un médico.
Un médico.
Por favor.
El vagón cobró vida.

Ningún héroe.

El muerto.
O el cuerpo.
O el peso.
O el señor.
O el viejo.
O el petiso.
Estaba solo.
Encima mío.
Denso.
Yo. Tuve pánico.

Y lo empujé con fuerza.

Hasta que cayó al suelo.

Con todo su peso.

Muerto.

Muerto el peso.
Muerto él.

Creí desvanecer.
De pánico.
De culpa.
Cómo iba a empujarlo.
Debería haberlo abrazado.
Ahora el cuerpo estaba más solo.
Lo había dejado solo.
Y tirado.
Y muerto.
A su peso muerto.

Me agaché.
Y llorando le dije.
Perdón señor.



O por lo menos,
eso quise decir.



Y revivió.
Creo.
Las convulsiones no son muerte.

Sin embargo, todavía me oprime.
Su peso muerto.
Cada vez más muerto.
Sobre mi.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Apocalypse Now

Escenas del capítulo anterior
Excusa/ Canchereada 6: ACA
Excusa/ Canchereada 7: ACA



Excusa/ Canchereada 8:

Cuevana sigue sin andar.
Cuando esa noche de domingo entré al videoclub M no estaba, estaba el rubio carilindo caracúlico que siempre me cobra recargo. La suerte quizás, mejor así.

Sonaban los Beatles, y había olor a sahumerio tapando flores (que mi mamá y mi papá cuando lean entiendan primavera, y el resto que entienda flores).
Me fui hasta uno de los paneles donde están expuestas las películas, uno que está medio escondido y cuyo más bajo estante alberga siempre lo que corresponde a mi interés. La música, tararear la música, desvió mi atención de la elección de algo para ver. Y me quedé agachada, un poco cantando y otro poco oliendo, pero sin decidir qué alquilaría. La cabeza en algún lado: en la tarde, y en la mañana, y en la noche anterior. Es decir, la cabeza en alguien. No quería elegir y no podía.

Me pregunté si iba a poder concentrarme para seguir el hilo de una peli. Entonces recordé que G me había dicho durante el almuerzo que viera Apocalypse now. Ya la vi, respondí.
Eureka! La solución estaba en alquilar algo que ya hubiera visto.

Empezaron a sonar los Rolling y me paré de mi escondite. Un cuerpo estaba acuclillado detrás del mostrador, y pensando que era el rubio carilindo, y como para ver si le sacaba la cara de culo, dije "che, que bien que suenan estas banditas nuevas. Me las hicieron escuchar el otro día y pensé que seguro la pegan, ¿cómo se llaman?"
M se paró y con cara de impresión enunció un serio "no te vi". 
-No, yo tampoco, creí que eras el otro
(¿Qué tiene de lindo este pibe? Claramente nada. Pensé.)
Silencio. 
-Qué hermosa que estás, hace tanto que no venís que creo que te creció el pelo
-Me voy a llevar Apocalypse now
-¿Estás enojada todavía?
-No, ni lo estuve
-Ah, ¿querés hacer algo más tarde?
-Hoy no puedo, voy a ver Apocalypse now
-Ah, bueno, otro día

Y me dió el dvd. 
Antes de irme, en silencio y con la mirada de M clavada en mi pelo revuelto, me agarré un par de preservativos del dispenser de preservativos que tienen puesto ahí por el gobierno.
Son de Prime, y son gratis.
Y están al lado del pochoclo.

Cuando fui a devolver la película, de camino a otro lado,me acompañó G. Entramos al videoclub, dejé la cajita sobre el mostrador.
"Al final no la vi" dije.
M no respondió. Se limitó a sonreir y a mirar cómo me iba con G.



Apocalypse now (Francis Ford Coppola, 1979)

Miré los primeros diez minutos nada más, y al final, nunca la había visto. La confundí con Paradise now, que tampoco ví, pero juraría que sí. Así que no puedo decir nada, salvo que son diez buenos primeros minutos (?). 



Parecía, te juro.

Es la segunda vez que se me vuelca un vaso.
Un poco de agua en el piso del living 
y se evapora
y aún no levanté el vaso.

Algo anda mal.

Aunque pareciera que todo va bien.

Ya venía sospechándolo.

Indicios que ignoré:
La aparición de un herpes en mi labio.
El pensamiento recurrente de querer volar.
Los planes ilógicos para las vacaciones.
El abrazo de mi terapeuta a la salida de la última sesión.
El acabose de mil kilos de fideos.
La acidez insistente.
Cuatro posts escritos que nunca publiqué ni publicaré.

Algo anda mal.

Aunque parecía que todo iba bien.

Quizás el problema era
que todo iba bien
pero no alcanzaba
 
 


jueves, 8 de septiembre de 2011

Ex mi novia (tercera instancia)

Si todavía no leíste la primera instancia, y la segunda instancia de Ex mi novia, podés hacerlo acá y acá, por orden de aparición, o bajar la ruedita del mouse y buscarlas (están ahí cerquita una después de la otra). Y sino, fijate si entendés algo igual. No se, allá vos.


Después de haber conseguido tanta información acerca de esa ex (conchuda, molestia) algo hay que hacer con ella además de usarla para odiar en vano a la pibita.
Lo mejor que se nos ocurre, henos aquí, es dar comienzo a la tercera instancia: compararnos.
Error.
Inevitable error.
Puede salir muy bien.
También puede salir muy mal.
Nefastas consecuencias.
Se pone en cuestión la propia existencia.
La liga la autoestima.
Un viaje de ida.
La inseguridad en persona.
Inevitable no mirar una y otra vez las fotos. Oh! Las fotos. Malditas fotos.

Si es un minón, olvidate, te querés morir, nunca voy a ser suficiente y esas cosas. Pero pará, por algo la dejó. O había sido ella que lo dejó a él? Uy.
Si es un mamarracho, te sentís bien, pero algo le vió o es un boludo que no pudo conseguir algo digno.
Y si es un fucking punto medio, peor. Mucho peor. La competencia.

Ahí no queda otra.
Hay que recurrir a las amigas, hablar de “la ex” y sobre todo, mostrarles las fotos.

A mi me pasa algo bastante particular.
Hace tres ex novias conchudas que mis amigas me dicen “ah, pero es igual a vos”.
Y eso que yo cambio radicalmente de look eh! Pero es verdad, se parecen, siempre se parecen. Y se dedican a cosas similares, y tienen gustos cercanos, y se visten mas o menos igual.
“O sea, es una versión desmejorada de vos. Es igual pero vos sos más linda y más copada.” Dicen.

Conclusión: los pibes con los que salgo son demasiado congruentes y mis amigas son demasiado imparciales.

Terrible.

Ex mi novia (segunda instancia)

Si te perdiste la primera instancia de Ex mi novia, tenés dos opciones, o vas primero al post que está justito abajo de éste por ejemplo apretando acá, o hacés como si esto fuera Rayuela y lo leés en el orden que querés.

La segunda instancia del tópico ex novias es simple y obvia. Bueno, y un poco enferma según como se la transite.
Una vez definida cuál de todas ellas es LA competencia, empieza el período de acumulación de data. Por la vía que sea.
No se si se entendió: cualquier información sirve, y se consigue de maneras también ilegales.
Primero se espera, cual monje budista, a que el muchacho largue datos por goteo. Después se hurga en Internet. Se miran fotos. Oh! Las fotos. Y más tarde se atan cabos. Digamos que eso sería lo relativamente normal.
Listo.
Se sabe todo lo que se puede saber (mentira, siempre falta algo). Quizás hasta se obtuvo más información de la que hubiera sido conveniente, pero da igual. Alcanza y sobra para odiarla. Conchuda.

Hace unos días, alguien que no conozco me comentó un post diciendo “la primera vez que te leí fue en el 2006”. What? La idea es que nadie se acuerde de lo que escribí en el 2006.
Por supuesto tuve que entrar a aquel viejo blog y mirar qué era lo que este chico había leído en ese entonces. Pura chotada.

Lo gracioso fue ver que hace unos exactos cinco años también estaba escribiendo sobre las ex novias, aunque de una manera mucho más melodramática y cursilera.
Aquí un extracto:

"Todavía te duele y yo te miro.
Lloro tus miedos, lo que nunca vas a darme.
Yo te miro y pienso,
en si yo también
valdré tu pena."

Claro, E ya era mi novio en ese momento.
Claro, E la freakeaba con su ex novia en ese momento.
Más probable es que yo la estuviera freakeando con la ex novia de E en ese momento.
Cecilia.
Si habré querido tener un muñeco vudú para dedicarle a Cecilia y sus tetas.
Seguro ella también me odió, después de todo yo era “la siguiente”, pero ese es otro tópico.

La cuestión es que Cecilia era una tarada pero buena piba, y terminó por ser inofensiva, como la mayoría de las ex novias.
Ceci corazón. Te perdono. (?)

Pasaron cinco años.
Ahora yo soy ex novia de E.
Ahora yo debería ser la conchuda para sus novias.
Y eventualmente también dejar de serlo.

(Hola Eeee!, seguís viniendo por acá? Bueno, ojalá que sí. Che, no borres mis fotos, haceme la gamba, dale. Es mi turno, no seas garca. Bueno, un abrazo y saludos a Ra.)

Faaaa. Cinco años.
Ahora las conchudas tienen otros nombres.
Y aunque la verdad es que no las odio,
nunca, nunca, nunca deja de haber conchudas en el camino.
Qué molestia queridaaas.

Será de dióh.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ex mi novia (primera instancia)

Uy, las ex novias. Hablemos de las ex novias. Hablemos de la primera instancia del tópico ex novias, que creo que es cuando se toma conocimiento de ellas. Porque una, cuando conoce a un hombre, supone que existen, espera que existan, pero de pronto, antes o después, pum, ahí están asomándose en la conversación, tratando de convertirse en fantasmas.

Así que eso, tema de la composición: lo que yo entiendo cuando los hombres hablan de sus ex novias, cuando los hombres que me gustan me hablan de sus ex novias.

El problema no está en la palabra ex ni en la palabra novia, sino en lo que las rodea. No es lo mismo que alguien te diga “Mi novia de la adolescencia”, que “UNA ex novia” que “mi ÚLTIMA novia”, que “MI ex novia” o que directamente la llame por el nombre.
O sea, no es lo mismo.

“Mi novia de la adolescencia” es una noviecita, el diminutivo la descalifica, la mina todavía no sabía coger, él todavía no sabía coger. No cuenta.

“UNA ex novia” es una simple ex novia, la amó, se la presentó a los viejos pero la mamá siempre supo que no se iban a casar, lloraron cuando cortaron, pero me chupa un huevo, el prefijo “una” me suena a “fue hace mil años”, yo podría cenar con ella y pasarla bien. No cuenta.

“Mi ÚLTIMA novia” es una novia que, bueno, lo único que tiene de especial es ser la  última. La última del montón. Se pusieron de novios porque hablaban todos los días y el sexo estaba bueno, la piba le gustaba, estuvieron un tiempo y nada, ya fue. No cuenta.

“MI ex novia” no necesariamente es la última, pero le pegó fuerte y todavía hay cosas medio frescas. Con ésta no cortó, se separó. Nunca siguió viendo las series que veían juntos porque le hacen acordar, y es obvio que me va a hacer la paja como a ella le gustaba. La mina es el punto de comparación para todo. Ehm, para TODO. Cuenta, porque yo estoy adentro de ese todo. Quiero saber quién dejó a quién. Fundamental. Decime nene, decime quién.

Si cuando me habla de ella le dice por su nombre, buah, pasa instantáneamente a ser una conchuda, y ahí es complicado, porque si el muchacho me gusta, para consolarme empiezo a pensar que es mejor que la llame por su nombre a que le diga por su sobrenombre, pero de paso trato de averiguar el apellido así la busco en Facebook. La perdición. Cuenta, cuenta regresiva.

Ahora que lo pienso, yo tengo un ex novio dentro de cada categoría.
Y además soy ex novia de todos ellos, ergo se refieren a mi de algún modo.
Uia.
Uia.

(risa macabra)